Pese a las reservas, dudas y cautelas mostradas por algunos analistas y diversos medios de comunicación, Raúl Castro no continuará siendo el presidente de Cuba tras las elecciones generales que se celebrarán el próximo 11 de marzo. Esto no solo confirma lo que el propio mandatario ya había anunciado en múltiples ocasiones[i], sino que también ratifica lo acordado en el 2011 durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), sobre la limitación de los principales cargos del Gobierno y el Estado a un máximo de dos períodos consecutivos (diez años).
La pregunta que emerge de inmediato es quién sucederá a Raúl Castro cuando el próximo 19 de abril los nuevos diputados electos a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) ejerzan su voto, aunque hasta ahora todos los pronósticos apuntan al actual Primer Vicepresidente, Miguel Díaz Canel. A esta incógnita se suma el hecho de que, por primera vez desde 1959, el jefe del Gobierno y del Estado -así como la mayoría de sus principales miembros- no pertenecerán a la llamada Generación Histórica. Sobre este punto no habría que pasar por alto el posible significado – más allá de lo simbólico- de las condecoraciones otorgadas por Raúl Castro el pasado 24 de febrero en el recién inaugurado Capitolio (futura sede de la Asamblea Nacional, como ha señalado a través de redes sociales el exdiplomático y académico cubano Carlos Alzugaray[ii]). Los condecorados como Héroes del Trabajo de la República de Cuba fueron José Ramón Machado Ventura (vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, además de Segundo Secretario del PCC) y los Comandantes de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez (también vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros y miembro del Buró Político del PCC) y Guillermo García Frías (miembro del Consejo de Estado y del Comité Central del PCC). El mensaje posible es que no solamente haya un nuevo presidente en abril, sino todo un Consejo de Estado y Consejo de Ministros sin miembros de la Generación Histórica.
No obstante, es cierto que el relevo generacional no será consumado del todo hasta que Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura sean sustituidos de los máximos cargos del PCC, tras la celebración de su VIII Congreso previsto para 2021. Sin embargo, el propio Raúl Castro ha realizado durísimas autocríticas sobre los daños que la suplantación de funciones del Gobierno y del Estado por parte del Partido ha causado a la institucionalidad del país[iii]. Teniendo en cuenta lo anterior y considerando, además, el clima del “Proceso de Actualización” caracterizado por una fuerte crítica a los errores del pasado y la introducción de importantes cambios en todas las esferas, no tendría demasiado sentido que el Primer Secretario del PCC y principal impulsor del citado proceso, interfiriera en las principales decisiones del nuevo Gobierno.
Por todo ello, las próximas elecciones en Cuba tendrán un carácter inédito. Y con ellas, se abrirá una nueva etapa en el proceso de reformas donde uno de los grandes desafíos será gobernar sin la legitimidad histórica y la autoridad moral de aquellos que protagonizaron la revolución latinoamericana más radical e influyente del siglo XX. De esta manera, no solo será puesta a prueba -como nunca antes- la capacidad de gestión de los nuevos representantes, sino la de todo el sistema político, esto –además- en una coyuntura sumamente compleja y delicada que analizaremos a continuación.